viernes, 10 de diciembre de 2010

La (fren)ética Periodística

  
Escribo estas líneas mientras escucho las bocinas y veo pasar la caravana de micros que despiden a uno de los presos que falleció en el incendio de la cárcel.
   Este "lado b" no fue cubierto por la prensa.
   Hace ya mucho tiempo que creo que la televisión se chacreó.  Ni siquiera creo que vale la pena hacer un análisis de la evolución (a todas luces involución) que sufrió por ejemplo MTV o la serie de acontecimientos que engendraron un monstruo como Yingo.   (Aunque quizás tengo cierto grado de envidia por no poder pertenecer al elenco del show).
    Por lo contrario, creo que las noticias si son espacios de la parrilla televisiva que merecen la pena algunos comentarios.   Hace ya bastante tiempo que me chatié de ellos, pero la gota que rebalsó el vaso, fue la cobertura que hubo respecto a los mineros:  Llegó un día en que no supe si lo que estaba viendo era la cobertura noticiosa de un evento que conmocionó al país o si se trataba simplemente de las transmisiones desde la "cueva estudio".    En fin, preferí perderme ese reality; eso lo encuentro no-tan-agradable.
   Lo que encuentro totalmente rechazable, es la cobertura que se le dio al incendio de la prisión de San Miguel, o mejor dicho, la descarnada persecución por parte de los periodistas contra los familiares y amigos de aquellas personas que injustificadamente (o justificadamente para aquellos conservadores de fuste) murieron quemados en un incendio.

   Lo que presencié el poco rato que miré la tele, fue una frenética (de acuerdo a la RAE, lleno de furia y rabia) persecución por parte de los periodistas en la que los principios de la ética -ya ni siquiera profesional- se vieron totalmente olvidados, sacando la parte más morbosa que la transformación de una tragedia en espectáculo podía brindar.
    Creo que es pertinente concluir esto dejando en claro -a modo de mea culpa- que el morbo vende porque gente como nosotros lo compra, así que no agachemos la cabeza: Simplemente apaguemos la tele!
http://www.youtube.com/watch?v=5iFCl7anN0Y

jueves, 29 de julio de 2010

I-Doser: ¿Audio-droga?

                                                 
     Leí en Emol un artículo que básicamente hablaba de "jóvenes estudiantes que se drogan escuchando frecuencias sonoras" y la verdad es que me bajó rápido la curiosidad.
    Para comenzar, no conozco ningún dealer sonoro, por lo que recurrí a mi fiel y viejo amigo Soulseek para buscar i-dose.   Bajé una carpeta con diversos archivos y ahora faltaba sólo probarlos.
   Para los que no saben (o no me conocen), me encuentro en un periodo de total abstinencia de sustancias que alteran la percepción de la realidad (llamado examen de grado) por lo que casi no consumo ni alcohol desde hace ya un buen tiempo.
    Aclarado lo anterior, descartamos de inmediato todos los audios cuyos nombres tenían que ver con la Marihuana e incluso el Alcohol (las drogas "más duras" quedaron descartadas a priori: nunca he probado la real, menos lo haré vía auditiva), quedando como mejor opción una que se llamaba Brain+, que según se describía, abriría mi capacidad cerebral para llegar a plantearme incluso cuestiones trascendentales.    Elegí la recién descrita porque me llamó mucho la atención que un audio fuera capaz de provocar esos efectos y porque me considero una persona que suele realizarse preguntas trascendentales, por lo que estimé este audio como a la vez inofensivo e interesante.
    Sustituí una pequeña power nap por una media hora de estar "eshao" en mi cama con mi par de audífonos siderales escuchando una frecuencia de sonido aguda y mega-monótona.
    A ratos mi atención se desviaba de la frecuencia y a ratos hasta creo que ronqué.  Y si bien no sentí nada especial respecto al audio en cuestión, de esa experiencia nació la idea de hacer este blog.

Redes de Soledad Social

      Luego de una charla con un par de amigos decidimos hacer un inofensivo y pequeño experimento:
      Estoy de cumpleaños el día 27 de febrero, un día que lamentablemente se tornó inolvidable, pero que con un par de clicks reemplacé en Facebook por el día 6 de julio sin avisarle a nadie salvo a los 2 amigos con los que fragüé el inocente –pero maquiavélico- plan:
De mis 848 “amigos de Facebook”, un total de 225 adoptaron un comportamiento activo. De esos, 162 efectivamente pensaron que era mi cumpleaños y me dejaron “sus más sinceros deseos” de felicidades en mi día; incluso recibí una llamada telefónica de una persona que 4 meses antes me había deseado lo mismo que ese día Por otra parte, 63 se dieron cuenta del error y siguieron la corriente o me increparon en privado
Si bien a priori se podría hablar de un inocuo experimento, los resultados arrojados me dejaron perplejo. La reacción de la gente y la impersonalidad de las redes sociales provoca un distanciamiento enorme en las relaciones interpersonales, y si bien mi vida no se reduce a Facebook, al parecer, la relación con más de una persona que consideraba relativamente cercana (considerando a alguien relativamente cercano con quien tengo una relación de reciprocidad en el conocimiento de nuestras fechas de cumpleaños) es más una relación de red social que una relación verdaderamente social.
Conversando luego con otro amigo, en un momento de máxima inspiración, me contó una reflexión que no puedo sacarme de la cabeza: Su conclusión fue que las "redes" sociales, aparte de tejer contactos entre las personas, provocan un efecto similar al de las redes de los pescadores que sacan al pez de su entorno para ponerlo en un ambiente totalmente ajeno, donde el pez, finalmente, también termina enajenado. Lo mismo nos ocurre a nosotros, que día a dia (me incluyo) nos fiamos -sin cuestionarnos- de una red social que nos conecta con otras personas de una manera bastante fría.